Por fin una mente brillante ha resuelto uno de los problemas más graves de nuestras vacaciones: cómo hacerse fotos a uno mismo (o con tu pareja o amigos) sin que salga medio brazo en el lateral, media cabeza de menos o ambas cosas. Este fabuloso invento tiene una base bien sencilla: un pequeño brazo extensible que se adapta a la cámara y nos permite salir en nuestras auto-fotos como Dios manda, sin necesidad de pedir favores al primer guiri que pase por la calle (y que siempre puede largarse corriendo con nuestra cámara).
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